sábado, 19 de septiembre de 2009

Ya no somos más nada.

Por Antonio De Marcelo Esquivel.
Ya no somos más nada.
¡Ya no somos más nada! Así de fácil dejó ella caer la frase en el rostro de Marco cuando este le reclamó no llamarle y tenerlo en el abandono. El parque parecía el lugar ideal para el amor, tranquilo, verde, soleado, niños corriendo por ahí, nieve de limón en la esquina y un reloj enorme en el piso, ideal para amar, para quererse, para caminar, no para ellos que en ese momento terminaban una relación intensa de cuatro semanas.
Claro que cuatro semanas no es nada comprado con toda una vida, pero una vida comparado con todo lo que se pude contener en cuatro semanas, casi 25 días de sexo, de besos, de manos entrelazadas y palabras tiernas al oído.
El no llamaba mucho, más bien trataba de mantenerse alejado, mientras que ella buscaba los momentos apropiados para decir te amo a la menor provocación.
Pero, qué terminó con ese amor, solo ella podría saberlo puesto que soltaba de esa manera impune y vil una sola frase: ya no somos más nada, y con ella se iba todo el amor que había jurado mientras hacían el amor, mientras se despedían cada noche a la puerta de su casa en esa calle de la colonia Roma.
Marco había ya pensado en esa posibilidad, pero no se acababa la vida con sufrimientos adelantados, prefería pensar en ella como en la muerte eterna, como en la vida que no se acaba hasta que se deja de respirar.
La miraba como una diosa, como una virgen y a la vez como el retrato de la mujer que deseaba tener sobre el buró de la cama cada noche, solo para voltear y comprobar que se parecía un poco a la mujer que respiraba pausadamente a su lado.
Más hoy todos esos sueños se iban por el caño con una sola frase, unas palabras que con todo su peso le cayeron como pesadas losas en el ego, en el orgullo y en el amor propio.
Ya lo habían terminado mil veces, había sufrido el tedio de la soledad y la pesadez de una relación destructiva, pero en esto le iba la vida, le iba el futuro y le iba el amor.
Qué hacer, a dónde ir, cómo respirar sin tener la necesidad de llamar una y otra vez, sin escuchar su voz, su sonrisa por teléfono, sus palabras mordaces y sus respuestas alocadas.
Cómo decirle al corazón no amarla más, pensar en ella como el pasado, dejar de quererla así como así.
Qué respuesta era la mejor en esos casos cuando tu otro tu se reconoce como algo inexistente en tu vida, cómo reaccionar ante el “no somos más nada”.
Qué hacer cuando ya no enciendes la piel de ella, cuando tus besos le son ajenos como una vendedor de salchichas en la esquina, cuando sabes que no habrá más tardes de hotel, ni más juegos de socialización, cuando bien sabes que extrañaras sus besos, sus piernas, su inmensa espalda, sus caderas y sus miradas húmedas de necesidad.
No somos más nada era algo más de lo que se puede soportar en carne propia, en el corazón, en la vida.
Pensarse caminando solo por las calles yendo, viniendo andando a ninguna parte.
Marco sabía que todo era posible en el juego de la vida, pero no que fuera tan pronto ese sentir de que los años se agolpan en los ojos, sentirse viejo en un solo instante como si de pronto el tiempo se depositara en el rostro, en un solo cansancio.
No somos más nada como si se pudiera transformar el amor en un abrir y cerrar de ojos como si se pudiera dejar de amar a placer, como si fuera posible acabar con esa entidad que es el amor y que está más allá de nosotros mismos, porque amar es un verbo que se conjuga supinamente.
Yo amo, tu ya no me amas, él ama, nosotros amamos, ellos creen amar…

domingo, 6 de septiembre de 2009

Dentellada

Por Antonio De Marcelo Esquivel
Hola peludo. Ven, siéntate de nuevo aquí a mi lado, dime, dónde has estado, ¿acaso crees que te mandas solo? Si, está bien, ya sé que eres un animal que se rige por sus instintos, pero creí que eras más que mi amigo y los amigos están para cuando uno los necesita, como aquella vez cuando te conté lo de Puebla, recuerdas; ahora creo que lo tengo en el sótano de la mente, incluso de mis pláticas, pero a ti no te puedo guardar nada, tu sabes casi o más bien creo que todo de mi, como que eres otra parte de mi mismo.
¿Sabes? Hay algo que me parte la madre bien cabrón, tan cabrón que hasta pensé hoy mismo en la mañana que necesitó un psicólogo, de esos a quienes les cuentas tus pedos y luego ellos te dicen que eres un pendejo y que debes ser mejor persona, pero luego decidí que no tengo porque contarle mis penas a un o una que ni conozco, por eso preferí venir a buscarte.
Si, sabía que te iba a encontrar aquí, dónde más se puede hallar a un peludo solitario, hijo de la chingada y cabrón que anda huyendo de las multitudes sino entre las sombras de la noche, en la oscuridad del anonimato, caminando bajo la luz de la luna seguro que no cualquiera se acercaría a una bestia en una noche como esta.
Pero tú a mi no me puedes matar, porque en eso te iría la vida. Pero vamos no vinimos aquí para hablar de tu naturaleza, quiero contarte una cosa de esas que a veces me duelen muy cabrón y me hacen vulnerable, una de esas cosas que tú mismo me contaste.
Yo entonces solo quería marcharme, andar por tierras lejanas, no´mas para conocer el mundo para saber qué se siente estar del otro lado del mundo, para cumplir mi sueño, ese que te he contado siempre, de marcharme lejos donde nadie me conozca y vivir mirando todo, solo mirando.
Pero tenía que llegar ella, yo no la llamé, te lo juro, ya te había platicado, solo apareció una noche por mi vida y se instaló como si nada, tomó mi cuerpo de su refugio, mi corazón de almohada, mis palabras de cobijo y cuando despertó al contrario, no se marchó, se quedo abusando de las palabras de te amo.
No me mires de esa manera, sabes que me matan, a ti no puedo mentirte, decirme te amo es como invitarme al futuro, es como tender una cama para mi sueño incluso una caricia al corazón.
Otra vez esa mirada, qué quieres soy un ser humano, una persona de carne y hueso, no soy la máquina que a veces trato que la gente vea jejejej, como dice la canción mi sangre también tiñe de rojo.
Jajajaja, no te rías por favor, si ya sé que me vas a decir -–eres un pendejo, pero no lo digas, eso ya lo sé, lo que te quería contar, no contar, más bien pedirte un consejo, uno de esos de cómo actuarías tú en mi caso, bueno, ya sé que tu y yo no somos lo mismo, además como que no me sale muy bien eso de ser como tú, ya sabes yo soy un poco más sentimentalón, me doblan con unas lágrimas y yo si quiero un futuro donde sonreír, aunque ni siquiera percibo si habrá un futuro.
Ya dime algo, no vine por una cagada de esas que acostumbras con solo quedarte callado sin siquiera mirarme, acaso crees que es tan fácil marcharse, dejar todo atrás, ¿y dónde queda el presente, donde quedan los besos, donde escondo la necesidad de su piel, de sentir sus manos, de su mirada su sonrisa, de escucharla cada día dime chingaaa dónde busco el calor que me da su mirada? ¿cómo le pido que me ame cuando tu mismo le has dicho que no me ame?
Llorar, no mames pinche peludo no estoy llorando, los cabrones no lloramos, , no nos doblamos, no sentimos dolor, pero yo mi querido peludo soy un caído en combate, neta, es algo diferente.
Pero qué? Llegó y la de sin susto le digo que le doy todo lo que soy, ¿y que chingados soy?
Eso lo vez tu mi querido peludo, pero no s si pueda vero yo algún día mi querido hermano, es más me veo en el espejo y no te miro ni me miro a mi mismo, veo a uno diferente, a uno que no conozco y me siento débil, me siento del nabo.
No te vayas, qué es esa mamada de busca en tu corazón, no mames pinche Lobo, la mo cabrón, neta que la amo.

lunes, 10 de agosto de 2009

DICEN QUE LA DISTANCIA ES EL OLVIDO.

DICEN QUE LA DISTANCIA ES EL OLVIDO.

El lugar estaba semi-oscuro digamos que a media luz, cuando Abraham llegó a buscar una computadora. Había sido un día duro de trabajo pero todo lo soportaba con tal de salir pronto y conversar con su amada.
Ese era un noviazgo sui generis, más moderno que ortodoxo por la manera como había conocido a Libia, una Argentina de 35 años que se hacía llamar Luz de luna y que se conectaba de tarde en tarde muy cerca de su hogar allá en Río de la Plata, en Argentina.
Abraham tenía bien claro cómo es que esa mujer de aspecto descolorido y cabello rubio había entrado a su vida y sin pedir permiso se había instalado en su corazón y en su cabeza, ya al grado que no podía ya vivir sin saber de ella y con la esperanza firme que un día se iban a encontrar ya fuera en México, en Argentina o en un país neutral y a medio camino como parte del la democracia que exige el amor.
Es por eso que ahorraba cada centavo que caía en sus manos y solo pagaba lo indispensable como el gas, la comida, la luz y hasta había prescindido del teléfono y las visitas a ver a mamá que antes eran constantes al estado de Hidalgo, mismas que ahora se habían espaciado de semanales a casi mensuales o bimestrales.
Como era tiempo de vacaciones todas las computadoras estaban ocupadas por mozalbetes que chateaban, escuchaban música, bajaban videos, entraban a páginas pornográficas de manera furtiva o solo jugaban en línea.
Esto por supuesto que despertó el enojo de Abraham que pensó para sí: ¿Por qué permitirán que esos chamacos que usen las máquinas que son para cosas verdaderamente importantes?
Luego desesperanzado porque alguno dejara la computadora a tiempo se sentó en la banqueta resignado a esperar lo que fuera necesario, aunque con aquel saber a culpabilidad, porque habiendo salido temprano se quedó a conversar con la secretaria de la oficina, una chica de apenas 26 años que recién salida de la carrera de administración, no había hallado trabajo más que de secretaria, pero que lo hacía con gusto y con plena convicción de subir de puesto un día.
Se llamaba Laura y tenía una carita como de niña, aunque sus formas denotaban que hacía ya tiempo que la época de las muñecas había quedado atrás, por lo cual más de uno de los trabajadores del taller hacían apuestas para ver quién sería el primero en lograr una cita con ella.
Incluso tenían un calendario para mantener un orden, de manera que cada tarde alguno de ellos se le acercaba a la hora de la salida y la acompañaba al camión, durante el recorrido en el metro o solo a la esquina donde a veces tomaba un taxi.
Abraham sabía de esa apuesta, pero su reciente noviazgo le impedía involucrarse en un asunto que le quitara tiempo, de manera que rechazó intervenir, claro, con la burla de amigos que de puto no lo bajaron
.- Pinche maricón tu vieja ya te hizo brujería.
.- Te están apretando el muñeco.
.- Estás enculado, y pendejo.
Y más cosas por el estilo tuvo que escuchar aún días después de haber rechazado formar parte del aquelarre donde un grupo de individuos movidos por la lujuria y el desmadre decidieron que la nueva secretaria caería con uno o con otro, pues aseguraban que viejas más buenas se habían hecho del rogar y terminaban cogiendo.
Tal vez por eso Abraham decidió no ser parte de esto y prefirió salir temprano ir al café internet y conversar con su novia que estaba a miles de kilómetros de distancia y a la que creía amar casi igual que al amor de su vida, una chiquilla que había perdido hacía años cuando iba a la prepa.
El no supo entonces qué lo movía, quizá fue la lealtad a una desconocida, tal vez fue la fidelidad a un amor empeñado con palabras y sellado por esas noches de soledad en que prefería caminar que masturbarse pensando Libia; pero no caminó más de cuatro pasos con la secretaria Laura que contrario a como se había comportado con los otros trabajadores metió su manó el brazo de Abraham y le dijo:
¿ Cuando me vas a invitar al cine?
Era temprano, una función de cine no les habría llevado más de dos horas y habrían podido caminar o quizá sentarse en un café y hablar cosas de la vida, pero el sin ser brusco hizo como que se amarraba un agujeta y al ponerse de pie la tomó por el codo casi para guiarla por el camino recto de la calle hacia la esquina donde doblaba o donde habría de tomar el auto de alquiler, mientras ella sonreía con un destello de contrariedad en los ojos.
.- Para eso me gustabas, fue la respuesta que escuchó de ella, que no pudo decir otra palabra porque él le atajó al responder
.- tengo que ir a comprar unas medicinas para mi mamá que está enferma. El gesto de un hijo bueno que atiende a su mamá hizo enternecer a la joven que con una sonrisa de benevolencia le atrajo para darle un beso en la mejilla.
.- Esta bien, hay mujeres contra las cuales uno no pude competir dijo mientras le sostenía ambas manos entre las suyas, aunque para el la respuesta fue tan hecha que la dejó pasar como esas cosas que decidimos borrar de nuestras mentes cuando decidimos que son tan fútiles que no merecen espacio en nuestra cabeza.
Las frases se sucedieron sin saber cómo y sin saber porque seguían tomados de las manos en medio de la calle mientras los autos pasaban lentos a los lados, casi media hora más tarde y sin saber cómo es que sucedió el le dio un beso pero en la mejilla y se marchó en dirección contraria sin voltear atrás y menos a sus amigos que siendo testigos del suceso volvieron con mayor furia a retarlo.
.- No mames cabrón te puso el calzón en la cara.
.- Pinche joto, de seguro te gusta la verga cabrón.
La última frase le taladró los oídos, fue como si le hubieran insultado con lo peor, él tenía una novia y la amaba por sobre todas las cosas, claro ella estaba lejos y el acá en México y hacían lo imposible por reunir la plata, como ella decía, para verse y casarse y vivir juntos para siempre.
Pero de ahí a que hubiera notado algo más que amistad en Laura distaba mucho y menos lo último que entre hombres es un insulto muy cabrón que solo se lava con sangre; pero estaba desesperado por saber de su novia y prefirió resolverlo después.
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Joven ya está su computadora alcanzó a escuchar mientras miraba pasar a la gente fuera del ciber y luego de sentarse aún dejó pasar un minuto o dos antes de abrir la página de internet donde estaban las fotos de su novia y el mesenger desde donde ambos se platicaban del amor que les unía aún a miles de kilómetros de distancia, no obstante que su madre le hubiera dicho
.- No sé qué es eso de mesenger se me hace como menso, y eso de cibernovia también creo que es una babosada, cibernovia, cibertonto es lo que creo ya saber como decimos acá que amor de lejos de pendejos.
.- Deberías considerar platicar más con Carmelita de los Santos, ya ve que es una mujer trabajadora, seria, comportada y que no anda de loca, le había repetido varias veces antes de aceptar a Libia como futura nuera, aunque se miraba en los ojos de la madre de Abraham que se preguntaba ¿por qué su hijo creía amar a una mujer a quien nunca había visto y a la que no podía ir a ver, pues con trabajo había llegado a la ciudad de México a estudiar? Pero se conformaba pensando que un día le llegaría el sosiego.
Cuando logro conectarse sus contactos que eran apenas unos pocos estaban fuera de línea, ninguno estaba en color verde y esto le hizo enojar mucho, tanto que quiso tomar el monitor y lanzarlo contra el piso, pero se contuvo porque no era suyo, costaba mucho dinero y quizá su novia había estado esperando y cansada de la espera, creída que él se había olvidado ya estaba en casa.
Aún espero unos 15 minutos mientras buscaba una canción para enviarla en calidad de perdón, cuando vio el recuadro a la derecha inferior aparecer como Luz de luna se ha conectado, esto le hizo sentir un vuelco en el corazón pues ya hacía un rato estaba en línea con su Nick name: Vaquero.
Los saludos profusos de perdones, amor y cariño no se hicieron esperar, ella también había tenido un contratiempo al salir del trabajo, alguien le había preguntado algo del trabajo y para explicarlo se había llevado más tiempo del necesario, pero ahí estaba y quería leer que Abraham la amaba.
.- Claro que te amo tonta, no lo dudes ni un momento escribió ya muy rápido, hacía tiempo que se ejercitaba en eso del chateo que ahora podía escribir incluso sabiendo donde estaban algunas letras, solo le extraño que ahora no estaba la foto de su novia Libia.
.- Dónde está tu foto que no la veo, pero no recibió respuesta, fueron segundos de silencio de falta de palabras que le desesperaron y que respondió con un sinfín de signos de interrogación.
.- Tengo algo que decirte, le escribió ella, y en su corazón sintió el hielo el frio que congela cuando se reciben noticias que no son las esperadas.
.- Dime te leo. Escribió.
.- Es que vos debes saber que este ha sido un día en que mi vida se ha decidido, leyó y no pudo escribir mas, se quedó sin palabras cuando Libia le empezó a describir un encuentro que había tenido con un joven al que deseaba conocer, un joven trabajador de la empresa donde laboraba allá en Río de la Plata, y que había sido tan respetuoso, no como sus compañeros que la acosaban, que camino al cibercafé había decidido poner fin a una relación de tan grande distancia y darle una oportunidad a su realidad.
Abraham ya no pudo escribir, sus manos quedaron sobre del escritorio, no podía creer lo que pasaba… los dedos como engarrotados y la mirada fija en la computadora donde las frases se sucedían una tras otra en explicaciones, en perdones en promesas de amistad, en gracias por todo, en te amo, pero la realidad siempre se abre paso; aunque todo esto ya no lo pudo leer su corazón estaba roto, sus lágrimas no le dejaban leer la despedida, así que sin apagar el mesenger, dejó 50 pesos sobre del escritorio del joven del caféinternet y salió a la calle a perderse entre los millones de ciudadanos que querían llegar a casa, en su mente había confusión y en su corazón había dolor y en su pasos había realidad.

martes, 14 de julio de 2009

EN EL UMBRAL.

EN EL UMBRAL.

Y SENTÍ EL GOLPE DE PECHO
SOLO DE RECORDAR QUE EXISTES.
LA SANGRE AGOLPADA EN EL CORAZÓN.
LA DESESPERACIÓN DE NO TENERTE.
PERO NO QUIERO NADA CON FANTASMAS.
NO QUIERO UNA COSTUMBRE DE SOMBRAS
QUE HUMEDECEN SUS NOCHES EN PALABRAS.
POR ESO TE INVOCO TANTO.
INCORRUPTIBLE NI MORTAL.
PARA MI QUE ACABARÉ SIN EL PLACER
DEL ARREPENTIMIENTO
SIN SIQUIERA HABER PROBADO DE TI.
QUE NO ME CANSÉ DE ROBARTE
MOMENTOS DE NADA.

YA DESDE ANTES ME DOLÍAS Y LO SABÍA.
PERO ME AFERRÉ A TU EXISTENCIA
Y DESGASTE MIS DÍAS EN PRISIONES
LUEGO QUE CAÍ POR MIS CREENCIAS.
HOY LA PUNZADA ME LLEGA POR MOMENTOS
AUNQUE CASI YA NO DUELE.
ES COMO ESOS GOLPES DE SANGRE
QUE NOS HACEN LLEVAR LA MANO AL PECHO.
QUE NOS OBLIGAN A CERRAR LOS OJOS
DIOS NO QUIERO MORIR.

AUNQUE EN EL FONDO DESEO QUE TODO TERMINE,
QUE DE UNA VEZ POR TODAS ME LLEVE LA TRISTEZA.

Antonio de Marcelo julio 2009

jueves, 9 de julio de 2009

Dos por Dos.

Dos por dos
Me gustas cuando duermes. No es que tus palabras no me toquen, como dijo el poeta, es que te siento tan segura, tan libre, tan bella que miraría tu respirar un siglo, ahí sentado frente ti contemplando el bit de tus latidos tic, tic, tic, tic, no como reloj tic tac, más bien a un ritmo de dos por dos, un ritmo perfecto para hacer una canción. Por eso me gusta cuando duermes porque es como no vivir, es como parar de pronto el tiempo y vivir un espacio atemporal y sin lugar, hiperterrenal sería la palabra correcta, más allá del tiempo, con los ojos cerrados, con los labios juntos y el cabello enmarañado en tu rostro sin máscaras, sin palabras, sin sonrisa, así nada más.
Es que te he visto en el mar, en la oficina, en un barco y siempre eres la misma esa sin la que no viviría, pero casi siempre prefiero verte dormida, con las pestañas caídas los párpados tranquilos, el seño de paz, el rítmico respirar y la cabellera castaña, por qué? no lo sé o quizá si lo sé, así es como quiero verte en la plenitud de la paz, encerrada en esa vida nocturna que dicen es como una muerte pequeña, donde no importa la bolsa, el dólar, el trabajo, el abandono, el desamor, la guerra, un sueño que es como dejar de existir por unas horas, revelarse a la vida y entregarse a la muerte confiando que no llegue nuestro barquero. Me gustas tanto que imagino una piedra de jade justo en tus labios como un beso eterno que se posa en tu vida y se diluye con el tiempo hasta hacerse parte de ti. Me gustas tanto que desearía besar tus labios hasta mirar tus pupilas para dormir contigo esa eternidad o para perderme en la intensidad de tu mirada.

El Chapulin

De Johnny Walker y como ponerle en la madre a una relación.

Por Antonio De Marcelo Esquivel.
Dejamos los libros en el piso, la ropa, los zapatos, las chamarras y no hicimos el amor, nos metimos entre la sábana solo para estar ahí, juntos, muy juntos como si quisiéramos quedarnos así para siempre; claro nadie se hubiera imaginado en la escuela que Brenda y yo estaríamos en un hotel barato cuando debiéramos estar en clase de Literatura Mexicana con la Osuna; se llamaba Mariana Osuna, pero le llamábamos la Osuna, quizá por alguna suerte de odio, la verdad es que ni me acuerdo por qué de aquella mala vibra, solo que le decíamos la Osuna como si de esa manera le restásemos personalidad a su estatus de profesora y la relegásemos al estadio de una más en aquella facultad de Filosofía y de snobs, que a cada paso decían un pendejada más, en cierto modo Mariana no decía pendejadas, más bien era como esas personas que se aprenden tantas cosas de memoria y parecen una biblioteca que poco se les entiende. Quizá es por ello que Brenda y yo preferíamos aquellas escapadas al Centro Histórico solo para caminar entre edificios, casonas y coches hasta encontrar nuestro locus amenus, casi siempre era un café, una banca de parque, un iglesia, un banqueta, una cocina económica, aunque invariablemente terminábamos en el primer hotel de paso que se nos ponía enfrente, eso que decíamos era mejor para aprender la literatura que las insufribles horas de clase, bueno cada quien lee como puede; ella y yo preferíamos desnudar nuestros cuerpos, yo no sé si el alma o el espíritu más bien creo que eso es una mamada, nos encuerábamos para estar cómodos, para coger, para sentirnos, para mirarnos, para maltratarnos, para burlarnos de nosotros mismos y como siempre al final terminar haciendo el amor como si en ello nos fuera la vida. Luego o antes leíamos a Charles Bukovski, ese jodido alemán que solo puede estar en dos lugares tomando whisky o drogándose y tirándose a una puta. Entonces abríamos la botella de Johnny Walker y tomábamos derecho como los grandes, la verdad es que sabía de la chingada, pero hacíamos esfuerzos por tragar aquella madre hasta el final, yo no sé por qué las mujeres aguantan tanto, o si es que a ella no se le notaba el pedo, porque yo terminaba hasta la madre de borracho. A veces quedábamos exhaustos en aquella cama que no era nuestra y así abrazados dormíamos horas hasta que alguno abría los ojos y decía –puta madre es tardísimo, ella porque debía llegar a casa para ayudar a su madre y yo porque tenía que entrar a trabajar así que nos parábamos en chinga a buscar cada quien su ropa y por lo general a gritarnos como si el otro fuera responsable de las cosas del otro –no mames donde pusiste mis calzones, pásame los zapatos préstame tu cepillo, de peinar por supuesto, bueno que si hubiera sido el dental seguro nos lo habríamos entregado, así éramos uno y el otro libres y a la vez dependientes de nosotros mismos al grado de hacer escenas de celos y luego reclamar con aquel dejo de:
-No mames mes estás celando, claro para responder luego
-Ni madres por mi puedes darle las nalgas a quien se te dé la gana, bueno en mi caso, en el suyo decía
-A mi me vale madres a quien te andes cogiendo, es tu bronca, ya te dije que en este barco estamos mientras no haya pedo porque si un día vale madre yo saltaré primero como las ratas.
Eso de verdad me partía la madre, me dolía pero con aire de suficiencia decía:
-Por mí puedes largarte a la chingada si quieres ahora mismo, en el fondo no quería que se fuera nunca, es más, si por mí hubiera sido le hubiera gritado a todo mundo: –me ando cogiendo a esta vieja, no por el hecho de tirármela propiamente, sino por aquella cercanía que teníamos, por defender lo que en el fondo hacía propio, que era ella misma, no sé, de alguna manera marcar mi territorio como los perros, una forma de hacer sentir mi presencia en su vida, cosa que nunca hice por temor a sus aires de suficiencia y a que ella sentaba nuestra relación en aquella libertad de no ser ni siquiera de nosotros mismos, estaba cansada de los novios tiranos y los celos enfermizos, de un agente de ventas que la esperaba frente a su casa todas las noches únicamente para decirle que la amaba y que sería su perro si ella así lo deseaba, pero al que respondía con mis frases: – Debías tener un poco de dignidad y marcharte a casa, a ver si aprendes a respetarse a ti mismo.
Por ello es que la dejaba ser, incluso de pronto desaparecía de su vida uno, dos o tres días o una semana, una manera de darle respiro a la relación, de sentir que podía vivir sin ella que podía prescindir de ir tomar Jonny Walker, de leer a Bukovsky, de beber en su vientre, de viajar por entre sus largas piernas, de hundirme en su cabellera, de beber sus labios, de cabalgar en su ser, de respirar su aroma de creer que para siempre no es mucho tiempo.

Abraza la oscuridad
La confusión es el dios
la locura es el dios
la paz permanente de la vida
es la paz permanente de la muerte.
La agonía puede matar
o puede sustentar la vida
pero la paz es siempre horrible
la paz es la peor cosa
caminando
hablando
sonriendo
pareciendo ser.
no olvides las aceras,
las putas,
la traición,
el gusano en la manzana,
los bares, las cárceles
los suicidios de los amantes.
aquí en Estados Unidos
hemos asesinado a un presidente y a su hermano,
otro presidente ha tenido que dejar el cargo.
La gente que cree en la política
es como la gente que cree en dios:
sorben aire con pajitas
torcidas
no hay dios
no hay política
no hay paz
no hay amor
no hay control
no hay planes
mantente alejado de dios
permanece angustiado
deslízate.
Charles Bukowski:

Mi compadre Manuel recién desempacado del Norte

domingo, 5 de julio de 2009

Una piel que se instala en mi pensamiento.

Antonio De Marcelo Esquivel.
No sé por qué tengo que escribir de mujeres que han quedad en mi pasado. A veces me gustaría escribir de quien está en mi presente, pero no es lo mismo, tal vez es que su naturaleza humana las hace tan reales que se rompen las palabras cuando tocan su presencia, que mis pensamientos se hacen añicos y requieren un proceso de sanación que vaya más allá de sus besos y sus desplantes.
Es como una recuperación del pasado en presente que se antoja eterno porque sus gemidos casi siempre retumban en mi cabeza, sobre todo en esas noches de insomnio cuando busco restablecer la temperatura corporal.
No es que muera por volver, pero siempre parece ser mejor el pasado que el presente, porque en el tamiz de lo que quedó renuevo mis votos de pobreza y mi esencia tan animalesca.
Yo por supuesto ahora no soy yo, soy ese que fue y que se quedó atrapado en el pasado, un yo que recupero por instantes cuando mi conciencia me permite ver que casi nada en la vida es para siempre.
Dicen que hay dolor en mi alma, que lloro por las noches y que en mis ojos hay tanto pasado que me pesa caminar al futuro, pero no creo esas patrañas, menos cuando avanzo por las calles entre peatones a quienes no les importa mi vida ni me importa la suya.
En fin, que ese es otro cantar. Me senté a escribir esto porque de pronto vino a mi mente su voz, yo hubiera querido que llegara completa como esas buenas transmisiones de televisión en vivo y a todo color, pero tengo una memoria tan mala que simplemente no hay ni siquiera pedazos de sus ojos en mis pensamientos llega poco a poco.
A veces cuando hago un esfuerzo en mis manos aparecen retazos de su piel y entonces dejo mis palmas abiertas como queriendo tatuar su poros dérmicos en mis dedos, aunque invariablemente desaparecen como si fuera una de esas telas que se resbalan dócilmente.
Casi ya no digo su nombre porque presiento que es como desgastarlo hasta que un día simplemente se me olvide y ya no tenga ni su nombre, ni su olor, ni su boca ni sus palabras.
Prefiero cerrar los ojos y dejar que mis sentidos la lleven de ida y vuelta justo hasta el punto cuando siento sus besos y en mi cabeza retumban sus carcajadas que miles de veces me chocaron tanto por surgir justo cuando hacíamos el amor.
Yo no sé qué pasaba, ella era seria, hasta podría decir que enojona con su mirada adusta cuando mis actos le parecían extraños, sonriente cuando menos se esperaba y violenta, tan violenta que me dolía ser violento con ella, sobre todo porque era consciente que ella me llevaba en ese camino.
Luego era explosiva, tan explosiva que podría volar un edificio, claro ahora puedo decir que me daba miedo esos arranques, aunque siempre pude controlarlos y llevarlos a un estadio donde lográbamos cumplir el pacto de serenidad que da un abrazo silencioso.
Lo que nunca pude controlar eras esos espasmos de risa, carcajadas mientras me miraba con esos ojos húmedos que me daban la sensación de quererla.
Es evidente que me desconcentraban sus carcajadas, así que debía cerrar los ojos y bloquear el sistema auditivo centrándome en su piel de la cual no hablaré, solo puedo decir que a veces viene a mi mente como esos parientes lejanos que un día vienen a dar un saludo, solo espero que como ello no se instale en mi vida, ella es cosa del pasado.

domingo, 15 de febrero de 2009