lunes, 10 de agosto de 2009

DICEN QUE LA DISTANCIA ES EL OLVIDO.

DICEN QUE LA DISTANCIA ES EL OLVIDO.

El lugar estaba semi-oscuro digamos que a media luz, cuando Abraham llegó a buscar una computadora. Había sido un día duro de trabajo pero todo lo soportaba con tal de salir pronto y conversar con su amada.
Ese era un noviazgo sui generis, más moderno que ortodoxo por la manera como había conocido a Libia, una Argentina de 35 años que se hacía llamar Luz de luna y que se conectaba de tarde en tarde muy cerca de su hogar allá en Río de la Plata, en Argentina.
Abraham tenía bien claro cómo es que esa mujer de aspecto descolorido y cabello rubio había entrado a su vida y sin pedir permiso se había instalado en su corazón y en su cabeza, ya al grado que no podía ya vivir sin saber de ella y con la esperanza firme que un día se iban a encontrar ya fuera en México, en Argentina o en un país neutral y a medio camino como parte del la democracia que exige el amor.
Es por eso que ahorraba cada centavo que caía en sus manos y solo pagaba lo indispensable como el gas, la comida, la luz y hasta había prescindido del teléfono y las visitas a ver a mamá que antes eran constantes al estado de Hidalgo, mismas que ahora se habían espaciado de semanales a casi mensuales o bimestrales.
Como era tiempo de vacaciones todas las computadoras estaban ocupadas por mozalbetes que chateaban, escuchaban música, bajaban videos, entraban a páginas pornográficas de manera furtiva o solo jugaban en línea.
Esto por supuesto que despertó el enojo de Abraham que pensó para sí: ¿Por qué permitirán que esos chamacos que usen las máquinas que son para cosas verdaderamente importantes?
Luego desesperanzado porque alguno dejara la computadora a tiempo se sentó en la banqueta resignado a esperar lo que fuera necesario, aunque con aquel saber a culpabilidad, porque habiendo salido temprano se quedó a conversar con la secretaria de la oficina, una chica de apenas 26 años que recién salida de la carrera de administración, no había hallado trabajo más que de secretaria, pero que lo hacía con gusto y con plena convicción de subir de puesto un día.
Se llamaba Laura y tenía una carita como de niña, aunque sus formas denotaban que hacía ya tiempo que la época de las muñecas había quedado atrás, por lo cual más de uno de los trabajadores del taller hacían apuestas para ver quién sería el primero en lograr una cita con ella.
Incluso tenían un calendario para mantener un orden, de manera que cada tarde alguno de ellos se le acercaba a la hora de la salida y la acompañaba al camión, durante el recorrido en el metro o solo a la esquina donde a veces tomaba un taxi.
Abraham sabía de esa apuesta, pero su reciente noviazgo le impedía involucrarse en un asunto que le quitara tiempo, de manera que rechazó intervenir, claro, con la burla de amigos que de puto no lo bajaron
.- Pinche maricón tu vieja ya te hizo brujería.
.- Te están apretando el muñeco.
.- Estás enculado, y pendejo.
Y más cosas por el estilo tuvo que escuchar aún días después de haber rechazado formar parte del aquelarre donde un grupo de individuos movidos por la lujuria y el desmadre decidieron que la nueva secretaria caería con uno o con otro, pues aseguraban que viejas más buenas se habían hecho del rogar y terminaban cogiendo.
Tal vez por eso Abraham decidió no ser parte de esto y prefirió salir temprano ir al café internet y conversar con su novia que estaba a miles de kilómetros de distancia y a la que creía amar casi igual que al amor de su vida, una chiquilla que había perdido hacía años cuando iba a la prepa.
El no supo entonces qué lo movía, quizá fue la lealtad a una desconocida, tal vez fue la fidelidad a un amor empeñado con palabras y sellado por esas noches de soledad en que prefería caminar que masturbarse pensando Libia; pero no caminó más de cuatro pasos con la secretaria Laura que contrario a como se había comportado con los otros trabajadores metió su manó el brazo de Abraham y le dijo:
¿ Cuando me vas a invitar al cine?
Era temprano, una función de cine no les habría llevado más de dos horas y habrían podido caminar o quizá sentarse en un café y hablar cosas de la vida, pero el sin ser brusco hizo como que se amarraba un agujeta y al ponerse de pie la tomó por el codo casi para guiarla por el camino recto de la calle hacia la esquina donde doblaba o donde habría de tomar el auto de alquiler, mientras ella sonreía con un destello de contrariedad en los ojos.
.- Para eso me gustabas, fue la respuesta que escuchó de ella, que no pudo decir otra palabra porque él le atajó al responder
.- tengo que ir a comprar unas medicinas para mi mamá que está enferma. El gesto de un hijo bueno que atiende a su mamá hizo enternecer a la joven que con una sonrisa de benevolencia le atrajo para darle un beso en la mejilla.
.- Esta bien, hay mujeres contra las cuales uno no pude competir dijo mientras le sostenía ambas manos entre las suyas, aunque para el la respuesta fue tan hecha que la dejó pasar como esas cosas que decidimos borrar de nuestras mentes cuando decidimos que son tan fútiles que no merecen espacio en nuestra cabeza.
Las frases se sucedieron sin saber cómo y sin saber porque seguían tomados de las manos en medio de la calle mientras los autos pasaban lentos a los lados, casi media hora más tarde y sin saber cómo es que sucedió el le dio un beso pero en la mejilla y se marchó en dirección contraria sin voltear atrás y menos a sus amigos que siendo testigos del suceso volvieron con mayor furia a retarlo.
.- No mames cabrón te puso el calzón en la cara.
.- Pinche joto, de seguro te gusta la verga cabrón.
La última frase le taladró los oídos, fue como si le hubieran insultado con lo peor, él tenía una novia y la amaba por sobre todas las cosas, claro ella estaba lejos y el acá en México y hacían lo imposible por reunir la plata, como ella decía, para verse y casarse y vivir juntos para siempre.
Pero de ahí a que hubiera notado algo más que amistad en Laura distaba mucho y menos lo último que entre hombres es un insulto muy cabrón que solo se lava con sangre; pero estaba desesperado por saber de su novia y prefirió resolverlo después.
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Joven ya está su computadora alcanzó a escuchar mientras miraba pasar a la gente fuera del ciber y luego de sentarse aún dejó pasar un minuto o dos antes de abrir la página de internet donde estaban las fotos de su novia y el mesenger desde donde ambos se platicaban del amor que les unía aún a miles de kilómetros de distancia, no obstante que su madre le hubiera dicho
.- No sé qué es eso de mesenger se me hace como menso, y eso de cibernovia también creo que es una babosada, cibernovia, cibertonto es lo que creo ya saber como decimos acá que amor de lejos de pendejos.
.- Deberías considerar platicar más con Carmelita de los Santos, ya ve que es una mujer trabajadora, seria, comportada y que no anda de loca, le había repetido varias veces antes de aceptar a Libia como futura nuera, aunque se miraba en los ojos de la madre de Abraham que se preguntaba ¿por qué su hijo creía amar a una mujer a quien nunca había visto y a la que no podía ir a ver, pues con trabajo había llegado a la ciudad de México a estudiar? Pero se conformaba pensando que un día le llegaría el sosiego.
Cuando logro conectarse sus contactos que eran apenas unos pocos estaban fuera de línea, ninguno estaba en color verde y esto le hizo enojar mucho, tanto que quiso tomar el monitor y lanzarlo contra el piso, pero se contuvo porque no era suyo, costaba mucho dinero y quizá su novia había estado esperando y cansada de la espera, creída que él se había olvidado ya estaba en casa.
Aún espero unos 15 minutos mientras buscaba una canción para enviarla en calidad de perdón, cuando vio el recuadro a la derecha inferior aparecer como Luz de luna se ha conectado, esto le hizo sentir un vuelco en el corazón pues ya hacía un rato estaba en línea con su Nick name: Vaquero.
Los saludos profusos de perdones, amor y cariño no se hicieron esperar, ella también había tenido un contratiempo al salir del trabajo, alguien le había preguntado algo del trabajo y para explicarlo se había llevado más tiempo del necesario, pero ahí estaba y quería leer que Abraham la amaba.
.- Claro que te amo tonta, no lo dudes ni un momento escribió ya muy rápido, hacía tiempo que se ejercitaba en eso del chateo que ahora podía escribir incluso sabiendo donde estaban algunas letras, solo le extraño que ahora no estaba la foto de su novia Libia.
.- Dónde está tu foto que no la veo, pero no recibió respuesta, fueron segundos de silencio de falta de palabras que le desesperaron y que respondió con un sinfín de signos de interrogación.
.- Tengo algo que decirte, le escribió ella, y en su corazón sintió el hielo el frio que congela cuando se reciben noticias que no son las esperadas.
.- Dime te leo. Escribió.
.- Es que vos debes saber que este ha sido un día en que mi vida se ha decidido, leyó y no pudo escribir mas, se quedó sin palabras cuando Libia le empezó a describir un encuentro que había tenido con un joven al que deseaba conocer, un joven trabajador de la empresa donde laboraba allá en Río de la Plata, y que había sido tan respetuoso, no como sus compañeros que la acosaban, que camino al cibercafé había decidido poner fin a una relación de tan grande distancia y darle una oportunidad a su realidad.
Abraham ya no pudo escribir, sus manos quedaron sobre del escritorio, no podía creer lo que pasaba… los dedos como engarrotados y la mirada fija en la computadora donde las frases se sucedían una tras otra en explicaciones, en perdones en promesas de amistad, en gracias por todo, en te amo, pero la realidad siempre se abre paso; aunque todo esto ya no lo pudo leer su corazón estaba roto, sus lágrimas no le dejaban leer la despedida, así que sin apagar el mesenger, dejó 50 pesos sobre del escritorio del joven del caféinternet y salió a la calle a perderse entre los millones de ciudadanos que querían llegar a casa, en su mente había confusión y en su corazón había dolor y en su pasos había realidad.