Por Antonio De Marcelo Esquivel.
De verdad, no deja de sorprenderme como es que el pueblo
puede hacer sus propias historias cuando no tiene respuestas. Crónicas que podrían
ser un libro, creadas y recreadas a partir de las notas policiacas, las
películas de narcos violencia y sangre; para no variar aderezadas con la
corrupción que todos vivimos en la casa, en nuestra calle, cuando viajamos en
el auto o al pagar los impuestos. Dirás ¿Bueno y por qué este guey me dice todo
eso? Deja te explico, no es que me sorprenda, o bueno si. Lo que pasa es que
desaparecieron doce chavos y chavas de un bar en la Zona Rosa, lo primero que
todos pensamos y hasta se dijo como primera opción es que un comando armado los
levantó al más puro estilo del narco, y se los llevó para cubrir una cuenta
pendiente. A esta suposición se sumó que un par de los chavales, entre los
levantados, tienen a sus padres purgando condenas por crimen organizado,
narcomenudeo y extorsión entre otra lindezas, a eso súmale que son del famoso
Barrio de Tepito, el mismo del que han surgido grandes boxeadores y luchadores.
Quizá por ello es que nos creímos la historia aquella de un levantón,
imaginamos a esas pandillas del norte del país que vestidos como policías
llegan a bares, fiestas o sepelios y se llevan a la raza a punta de pistola, o
como aquellos que dicen secuestraron camiones y obligaron a los pasajeros a
luchar por su vida, cosa increíble, aunque contada por un supuesto
superviviente. Las notas en los periódicos, en la radio, en la televisión nos
hicieron pensar en miles de posibilidades respecto la desaparición de manera
que me di a la tarea de preguntar a la gente su hipótesis, no para escribir
esta historia, sino para hallar una respuesta, uno nunca sabe, igual y entre
tanta pregunta hallaba la punta de esta madeja y hasta un algo me llevo. Pero
no, hasta ahora no he logrado algún testimonio sobre el paradero de estos
chavos, aunque si hipótesis que van desde un taxista que culpa a los padres por
haber perdido el control de los hijos, y estos aprovechan para divertirse en un
libertinaje total, hasta uno que me describió lo que habría ocurrido con esa
gente. El taxista sostuvo que ya no es posible controlar a los hijos, que se
han revelado de tal manera que hacen lo que quieren, la señora del aseo pide a
Dios por ellos en sus oraciones. Pero quien si verdaderamente se la jaló fue el
policía de la puerta que de pie y casi actuando dijo: “No, esos chavos ya les
dieron piso. Mira le jugaron al verga, quisieron hacer su cartelito, sentirse
muy malos y de seguro el jefe dijo: –A ver tráiganme a esos pendejitos. Los
sacaron y cuando los tuvo enfrente preguntó: - Qué muy malo, qué va a hacerme
la competencia y zaz le cortó una oreja, luego un pie y quien sabe que más”.
Esto por supuesto me parece espeluznante, como cuando publicaron que habían
hallado a tres muertos en el Estado de México que podrían ser ellos. Con toda
razón las familias querían linchar al representante del diario, no solo por el
manejo de la nota sin sustento, sino porque ellos tendrán la esperanza de que
sus seres queridos volverán al Tepito Bravo, donde la gente se rifa, ahí donde
los discos piratas salen como tortillas, donde las morritas prefieren un
motoneto a cualquier otro espécimen, una raza que ha defendido el barrio como
en ningún otro lugar, pero como dice el poli de la puerta: -Con esa gente no se
juega
(lobo1266@hotmail.com)
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